Cambio climático y COVID-19, crisis convergentes
Un análisis sobre las similitudes de la Covid-19 y el cambio climático para el Día Internacional del Cambio Climático que se celebrará el próximo 20 de octubre.
La Covid-19 es un ejemplo paradigmático de enfermedad del Antropoceno. A la fecha, expertos se habían centrado en analizar el origen de la pandemia, y acababan concluyendo que los factores que han dado lugar a la COVID-19, así como los de otras muchas enfermedades emergentes, son los mismos que nos han llevado a la actual crisis climática. Sin embargo, Cristina O’Callaghan-Gordo, Profesora e investigadora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) analiza otros factores que hacen afirmar que la Covid-19 y el cambio climático son crisis con fuertes similitudes.
Poblaciones vulnerables sufren de forma desproporcionada los efectos de estas crisis
A pesar de que lentamente parece que vamos volviendo a la normalidad prepandemia, la pandemia de la Covid-19 ha acentuado ciertas problemáticas sociales y de salud que requieren también una respuesta urgente, como la pobreza, la inseguridad alimentaria o la pérdida de salud mental, especialmente en poblaciones vulnerables o de baja renta. Para O’Callaghan, este aumento de las desigualdades sociales no se ha producido sólo como consecuencia de la crisis de salud pública, sino también por la crisis económica derivada de la misma. En pocas semanas se produjeron confinamientos globalmente, se detuvo la mayor parte de la actividad económica y se produjo el cierre de todo tipo de empresas, manteniendo exclusivamente aquellas actividades consideradas esenciales y las que podían realizarse virtualmente.
Millones de personas con trabajos más precarios o trabajos informales vieron reducidos o eliminados sus ingresos de forma repentina y prolongada, a la vez que otras se vieron forzadas a estar más expuestas al riesgo de infectarse por tener trabajos esenciales, y aumentando la transmisión del virus entre poblaciones socialmente más desfavorecidas. “Dichas poblaciones, además, presentan mayor número de enfermedades crónicas, que suponen un mayor riesgo de complicaciones y mortalidad en caso de infección por Covid-19, lo que se ve agravado por las desigualdades existentes tanto en el acceso a la atención sanitaria como en los suministros de material médico y farmacológico a escala global” añade la profesora, Directora además del máster de Salud Planetaria de la UOC.
Como en el caso de la Covid-19, las poblaciones más vulnerables son también las que sufren de forma desproporcionada las consecuencias de la crisis climática. El aumento de las temperaturas reduce en un 30% la capacidad productiva de los trabajadores, y afecta principalmente a aquellas personas que trabajan en la construcción o la agricultura en países de media y baja renta, a menudo en condiciones no reguladas y cobrando en base a su producción. “Por lo tanto, una pérdida de productividad se acaba traduciendo en una pérdida de ingresos” explica la docente de la UOC.
Además de la pérdida de productividad, existen diversas líneas de evidencia, recogidas en por el Banco Mundial, que indican que el cambio climático hará aumentar la pobreza. “Muchos de los factores que relacionan la crisis climática con la pobreza giran en torno a la seguridad alimentaria – menor disponibilidad, acceso, estabilidad y calidad en la producción de alimentos – y la subida de precios que ello desencadenará” explica O’Callaghan. Por otro lado, según la experta, las poblaciones y las personas en situación más vulnerable serán aquellas para las que será más difícil adoptar medidas de adaptación al cambio climático, y tendrán menor acceso al sistema de salud para tratar las condiciones relacionadas con el mismo.
Caso omiso a las alertas de la comunidad científica
Hacía años, que la comunidad científica advertía del creciente riesgo de aparición de enfermedades emergentes, y pocos meses antes de la detección del primer caso de Covid-19, la OMS publicaba un informe, titulado Un mundo en peligro, donde alertaba de una «amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5 % de la economía mundial». A pesar de la contundencia del informe, la mayoría de países no reaccionaron ante dicha alerta.
Existen similitudes también en este aspecto entre la Covid-19 y el cambio climático. Hace décadas que la comunidad científica alerta también del cambio climático y de los efectos negativos que puede tener para nuestra salud. El sexto informe del IPCC, alerta que, según los escenarios de reducción de las emisiones más optimistas, durante el próximo siglo la temperatura media superficial global aumentará 1,5 ºC. En escenarios menos optimistas, este aumento puede llegar a ser de 4,4 ºC durante el siglo XXI.
“Esta subida de las temperaturas se traducirá en un incremento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, reducción de la disponibilidad y acceso a alimentos y agua dulce y desplazamientos de millones de personas” añade O’Callaghan. Pese a los mensajes inequívocos de la comunidad científica y su contundencia, vemos, de nuevo, como los gobiernos ignoran sus recomendaciones.
Oportunidad para promover la salud planetaria
Como dijo Albert Einstein, «hay una gran oportunidad en cada crisis». Para la directora del máster, esta sensación de oportunidad, a pesar de la gravedad de la situación, la comparten varios organismos internacionales que monitorean tanto la evolución de la Covid-19 como el cambio climático, como la comisión Lancet Countdown sobre Salud y Cambio Climático o la comisión Lancet COVID-19.
La crisis sanitaria, humanitaria y económica causada por la Covid-19 puede servir para impulsar finalmente el cambio hacia un modelo económico sostenible que se alinee también con la necesidad de cambio que nos marca la crisis climática. Además es también una oportunidad para redefinir nuestro concepto de salud y hacerlo evolucionar hacia el concepto de salud planetaria. Bajo este concepto, la recuperación de la Covid-19 irá sin lugar a dudas alineada con las políticas de reducción de las emisiones, puesto que no podemos mejorar nuestra salud si seguimos destruyendo los sistemas naturales de los que esta depende.